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Puedes convertirte en quien quieras. En cualquier época histórica.
Conviértete en un centurión romano y lucha contra los bárvaros en las Galias.
Cambia el rumbo en las guerras indias: conviértete en el jefe sioux que derrota al general Custer en la batalla de Little Big Horn.
Muévete por un realista mundo en 3D con paisajes como la selva tropical, el desierto, la estepa, las praderas americanas o las Montañas Rocosas. Siempre de acuerdo a la época histórica de que se trate.
Imagínate que inicias tu periplo como hombre de las cavernas en la Edad de Piedra. Cubierto apenas con un taparrabos recorres desorientado un bosque impenetrable a la búsqueda de alimentos. Algunos animales salvajes te van siguiendo el rastro y el hambre te acosa. Unas pocas bayas lo calmarán (energía nutritiva) y un arroyo saciará tu sed (energía nutritiva). Poco después ya te has orientado de nuevo y buscas una cueva segura donde guarecerte, aprendes a hacer fuego y empiezas a hacerte poco a poco con tu nuevo espacio vital...
La invención de las lanzas de punta afilada o de las algo más sofisticadas lanzas con punta de hueso te son de gran ayuda. Con ellas puedes abatir animales que servirán, además, para fabricar otros objetos o para curtir sus pieles para hacer ropa de abrigo.
El clima desempeña un papel decisivo. La energía vital disminuye cuanto te expones a situaciones climáticas adversas. En el peor de los casos (heladas, nevadas), puede suponer que la partida termine antes de tiempo si has olvidado acumular suficientes provisiones o hacerte con un buen refugio y con prendas de abrigo. El viento influye en la caza. Si te es adverso, te espantará el botín.
El tiempo (una hora de juego equivale aproximadamente a un año en la vida del personaje) añade un nuevo aspecto a los acontecimientos. Pasan los años e incluso los siglos.
El personaje envejece, funda una familia, muere, pero puede transmitir lo aprendido a sus descendientes.
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